Cuestiones externas, capacidad de una organización y oportunidad

Hasta 1929 no podíamos tomar una Coca Cola en Alemania. Fue entonces cuando la bebida que inventó John Stith Pemberton, en su intento de encontrar un analgésico alternativo a la morfina, se empezó a embotellar en Alemania.

La bebida se comercializaba, entonces, como un tónico efectivo para el cerebro y los nervios, siguiendo el camino marcado por el Vino Mariani.

Así comienza la historia de Coca Cola en Alemania y así comienza, también, la historia de Fanta.

En 1933, se hace cargo de Coca-Cola GmbH, la filial alemana de Coca Cola, el norteamericano Ray Powers. A su muerte en 1938, ocupa su puesto Max Keith, hasta ese momento su segundo.

Con Max Keith la compañía incrementa el número de plantas embotelladoras de Coca Cola, de las 20 que tenía en 1933 hasta 43 y llega a contar con más de 600 distribuidores locales en 1939.

Al margen de los avatares políticos y otras circunstancias por las que atravesó la marca (tales como las limitaciones para la importación que Alemania inició en septiembre de 1936 con su régimen de autosuficiencia, la intención del gobierno alemán de nacionalizar la empresa y apropiarse de la fórmula que posibilitaba su fabricación del refresco, etc.), Coca Cola llegó a vender casi 4,5 millones de cajas anuales en la Alemania nazi.

La situación cambia cuando Estados Unidos inicia su participación en la Segunda Guerra Mundial, en diciembre de 1941, y se interrumpen las relaciones comerciales entre los dos países. En este momento las 43 plantas embotelladoras de Coca Cola están abocadas al cierre.

Ante esta situación Max Keith decide lanzar un nuevo producto que llevaba desarrollando desde 1940, ante el temor de que las restricciones a la importación iniciadas en 1936 pudieran endurecerse.

Y así, con ingredientes de otros procesos industriales como suero procedente de queso, agua, fibra y pulpa de manzana resultante de la fabricación sidra y otras frutas, como restos de las uvas de fabricación del vino, y según las existencias disponibles de cada momento y sacarina, en 1942 se empezó a embotellar una bebida con sabor a fruta sustitutiva de la Coca Cola.

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En esa época el sabor del refresco cambiaba de vez en cuando ya que la obtención de ingredientes se complicaba y había que fabricar con los ingredientes que hubiera disponibles. Eso sí, gracias a la influencia de Keith pudo utilizarse azúcar de remolacha, cuyo uso estaba restringido.

Faltaba un nombre y una marca; la leyenda cuenta que Keith puso en marcha un concurso y pidió a sus trabajadores que dejaran volar su Fantasie (fantasía, en alemán) para encontrar un nombre impactante y fácil de recordar. La inspiración llegó a Joe Knipp, y propuso un nombre derivado de Fantasie. Así nació el nombre del refresco, Fanta, que se registró como tal.

Se creó también una botella específicamente para el producto, con estrías circulares, y para evitar la desconfianza del consumidor ante una nueva marca, se utilizó la frase es un producto de Coca-Cola GmbH.

En 1943 el nuevo refresco vendió 3 millones de cajas. Curiosamente,  y gracias a la utilización de azúcar, el refresco tenía mejor sabor que las bebidas de la competencia y Fanta se llegó a utilizar para endulzar sopas, guisos e infusiones.

Años después de la guerra, en 1955, y debido a la tradición de sabores cítricos en Italia, el embotellador italiano de Coca Cola sugirió crear una nueva bebida con sabor a naranja. Coca Cola aceptó la idea  y retomó el nombre de Fanta con una nueva fórmula. Así nacía Fanta Naranja, su variedad más popular.

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Fanta sigue siendo un producto de Coca Cola, y hoy se presenta en setenta sabores diferentes y comercializado en 188 países.

En 2015 se celebró el 75 aniversario de Fanta con un polémico anuncio, que Coca Cola tuvo que matizar y explicar, y que recuperaba la historia de la marca.

(Fotografía: Por SKopp [CC BY 4.0  (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0)], a través de Wikimedia Commons).