Un poco de historia sobre el término parte interesada en ISO 9001, entendiendo como tal el clásico stakeholders.
Y antes una aclaración. La versión inglesa de ISO 9001 emplea el término “interested parties”. Armonizar terminología es una de las fases más complejas en la elaboración de la norma. Por eso, y con el fin de evitar errores de interpretación y facilitar el uso de la norma, se han utilizado términos que pueden no ser habituales en la literatura de gestión de origen inglés. Esta es la razón de utilizar el término “interested parties”, mucho menos utilizado que “stakeholders” en la bibliografía empresarial.
Dejando al margen esta anécdota semántica, nos centraremos en la integración de su significado en la gestión empresarial.
En 1983, de la mano de Edward Freeman, empezamos a asociar el término stakeholders con la estrategia empresarial. No es la primera vez que se utilizaba este concepto y desde luego, Freeman no lo inventó pero sí puede considerársele como el padre de la teoría de los stakeholders.
Su teoría surge como contrapunto a las tesis que sostenía Milton Friedman sobre que la única responsabilidad que tenía una empresa era con sus dueños (accionistas, propietarios, shareholder).
Enfrentando esta tesis, Freeman sostenía que en los beneficios de la empresa participa todo aquel que estaba “at stake”, que participaba en el juego, que tenía algún interés.
En un principio, y con un sentido restringido, Freeman definió stakeholder como cualquier grupo o individuo identificable respecto del cual la organización es dependiente para su supervivencia (empleados, segmentos de clientes, ciertos proveedores, agencias gubernamentales clave, accionistas, ciertas instituciones financieras, y otros). Freeman amplió poco después el concepto y define stakeholder como cualquier grupo o individuo que puede afectar o ser afectado por el logro de los objetivos de la empresa.
Si bien Freeman ha ido puliendo su definición, en esta primera fase de su teoría ya con podemos ver que la empresa se entiende en un concepto más amplio del que lo hacía tradicionalmente: por una parte un conjunto de entidades que intervienen en ella y, por lo tanto, la hacen posible, y otro conjunto, que son los que se ven afectados por ella.
Freeman, por lo tanto, abre la puerta a una nueva manera de emprender negocios que no había sido contemplada: pone el foco en la creación de valor como forma de crecimiento de las empresas y utiliza estos grupos de interés como una herramienta para generarlo: los integra dentro de la empresa, en tanto, contribuyen a crear valor para el accionista.
No hay, por lo tanto, en un principio, la existencia de una responsabilidad social, entendida en sentido ético, de la empresa. No hay detrás una teoría del bien común. La teoría de la gestión de los stakeholders estudia la gestión empresarial, aunque tiene elementos suficientes para delinear un modelo de empresa y de gestión donde la dimensión ética pueda acomodarse bastante bien.
Posteriormente el propio Freeman ha ido trabajando y modificando el concepto inicial. Su teoría no surge como un concepto académico en su origen, sino como la constatación de la forma en que funcionan los negocios desde el punto de vista del autor.