La acción y el reconocimiento, ingredientes del liderazgo

Varias son las reflexiones que nos suscita este relato de Sima Qian sobre el famoso estratega Sun Tzu. Parece que al rey de Wu, Helü, le llamó tanto la atención El arte de la guerra, que decidió poner a prueba a su autor.

El rey le propuso probar sus teorías con sus 180 concubinas favoritas y Sun Tzu aceptó el reto de formar una tropa con ellas.

Sun Tzu hizo que las mujeres cogieran unas lanzas y les ordenó una secuencia de movimientos: Cuando diga ojos al frente, deben mirar recto hacia adelante. Cuando diga vuelta a la izquierda deben girar encarando hacia su mano izquierda. Cuando diga vuelta a la derecha deben girar encarando hacia su mano derecha. Cuando diga media vuelta deben girar hacia su espalda.

Cuando confirmó que las concubinas habían entendido lo que se les proponía se dispuso a iniciar el ejercicio. Al sonido de los tambores, ordenó vuelta a la derecha. Las mujeres, en lugar de obedecer, se echaron a reír.

Sun Tzu aplicó uno de sus principios y entendió que Si las voces de mando no son claras e inequívocas, si las órdenes no son comprendidas del todo, es culpa del general.

Repitió el ejercicio, asegurándose, esta vez, de que sus órdenes fueran claras e inequívocas. Ordenó vuelta a la izquierda y de nuevo obtuvo como respuesta la risa de las mujeres. Ante esta reacción, Sun Tzu reflexionó.

Si las voces de mando no son claras e inequívocas, si las órdenes no son comprendidas del todo, es culpa del general. Pero si las órdenes son claras y aun así los soldados desobedecen, es culpa de los oficiales.

A continuación, ordenó decapitar a las dos mujeres que ejercían el papel de líderes. El rey, que había observado la escena desde lo alto de su palacio, viendo en peligro a sus dos concubinas favoritas detuvo la prueba. Indicó a Sun Tzu que estaba satisfecho con el resultado obtenido y que no deseaba continuar.

Sun Tzu respondió que habiéndose comprometido con el encargo que le había propuesto el rey, había órdenes que no podía aceptar. Así que siguió adelante, hizo decapitar a las dos mujeres y colocó a otras dos al frente de la tropa.

Repitió de nuevo el ejercicio y las mujeres ejecutaron los ejercicios según lo ordenaba Sun Tzu. Entonces Sun Tzu le dijo al rey: “Tus soldados, Sire, ya están convenientemente ejercitadas y disciplinadas, listas para la inspección de Su Majestad. Pueden ser empleadas en cualquier uso que su soberano desee; decirles que caminen a través de fuego y agua, que no desobedecerán”.

El rey detuvo el entrenamiento y le dijo a Sun Tzu que no deseaba inspeccionar las tropas. Ante esta respuesta, Sun Tzu concluyó que el rey era aficionado a las palabras, pero no podía traducirlas en actos.

Como resultado de esta prueba, el rey nombró general a Sun Tzu. Con su liderazgo el rey logró derrotar al estado de Chu y se abrió paso hasta Ying, la capital; en el norte atemorizó a los estados de Qi y Jin, y extendió su fama fuera entre los príncipes feudales.

¿Cómo reconoces los logros de tu equipo?