La comunicación y el diálogo abierto tienen cabida en los sistemas de gestión basados en normas ISO como base del compromiso de las personas, uno de los principios esenciales para aumentar la capacidad de una organización para generar y proporcionar valor a las partes interesadas.
La comunicación va más allá de lo indicado en un procedimiento de trabajo. Diría que el estilo de comunicación de una organización forma parte de su cultura y, de modo general, es uno de los aspectos que menos cuidamos en las organizaciones, no lo diseñamos, no nos responsabilizamos de él.
Es como que cada uno de nosotros se integra a la organización con lo que aporta de serie … ¡y así nos va! No solemos ser conscientes de que las palabras, como propone Ruth Bebermeyer, pueden ser ventanas o muros y que con nuestra forma de expresarnos y comunicarnos cruzamos puentes o los dinamitamos.
Martin Seligman en La auténtica felicidad presenta las conclusiones de El estudio de las monjas. David A. Snowdon, neurólogo, arranca el estudio en 1986 con un grupo de monjas de la congregación de las Hermanas de Notre Dame, que vivían en un convento de Minnesota.
Una circunstancia que ha resultado interesante para la investigación es que las hermanas de Notre Dame, al entrar en el convento, escriben una pequeña autobiografía en la que recapitulan su vida pasada y plasman las ilusiones que las mueven a dar el paso que tienen por delante.
Una de las conclusiones del estudio es que los relatos escritos por las hermanas (la edad media de las monjas cuando los escribieron era de 22 años) también servían para predecir el riesgo de una enfermedad neurodegenerativa.
Seligman nos presenta a la hermana Cecilia, que en el momento de publicar La auténtica felicidad, en 2003, tenía 98 años y no había estado enferma ni un solo día de su vida y a la hermana Marguerite, que sufrió un derrame cerebral a los 59 años y murió poco después. Ambas ingresan en el convento en 1932.
La hermana Cecilia escribía lo siguiente: “Dios me hizo empezar bien la vida al concederme una bendición de valor incalculable […] El año pasado, que pasé como candidata estudiando en Notre Dame, fue muy teliz. Ahora anhelo con alegría recibir el Hábito sagrado de Nuestra señora y una vida de unión con el Amor Divino”.
Y Marguerite Donnelly, la hermana Marguerite, se expresaba así: “Nací el 26 de septiembre de 1909, soy la mayor de siete hermanos, cinco niñas y dos niños […] Pasé mi año de postulanta en el convento mayor, enseñando química y segundo año de latín en el Instituto de Notre Dame. Dios mediante, tengo intención de dar lo mejor por nuestra Orden, para la difusión de la religión y para mi propia santificación”.
Al margen de otras conclusiones interesantes, quiero centrarme en las que destaca Seligman. Nos indica que cuando los evaluadores, que no sabían cuántos años habían vivido las monjas, cuantificaron la cantidad de sentimientos positivos, descubrieron lo siguiente:
- En torno al 80% de las monjas que escribieron relatos planos y pobres en densidad lingüística desarrollaban enfermedades neurodegenerativas al alcanzar una edad avanzada.
- La proporción de enfermedades neurodegenerativas era del 10% en aquellas monjas que escribieron con mayor riqueza léxica, fluidez narrativa y expresividad.
- Aquellas hermanas que mostraban más pensamientos positivos en sus escritos tenían vidas más largas que aquellas que realizaban autobiografías con menos expresiones que demostraran felicidad, ilusión y asertividad:
– El 90% del grupo más alegre, el que más palabras positivas utilizaba y con más intensidad, seguía vivo a los 85 años, en contraste con sólo el 34% del grupo menos alegre.
– El 54% del grupo más animoso seguía vivo a los 94 años, mientras que sólo lo estaba el 11% del grupo menos alegre.
Marshall B. Rosenberg, en su libro Comunicación no violenta, cita otro estudio interesante. Es el estudio que lleva a cabo O.J. Harvey y que relaciona lenguaje y violencia, encontrando una alta correlación entre el uso de palabras para clasificar y juzgar a las personas y acontecimientos violentos.
Sabemos, porque lo experimentamos en nosotros mismos, que una conversación que exprese exigencia, órdenes, amenaza, castigo, juicios, etc. cierra posibilidades de encuentro y bloquea la comunicación.
Tomar conciencia de la forma en que nos comunicamos (con los demás y también con nosotros mismos) es el primer paso para asumir la responsabilidad de las relaciones que construimos en nuestro entorno.
Hoy vamos a centrarnos en lo que Roberto Kertész propone como las 5 distorsiones más frecuentes de la comunicación con una invitación a que las observes en tus conversaciones diarias. ¿Qué impacto provocan en tu equipo?
Os dejamos el enlace a una estupenda charla TED, en la que Luis Castellanos, autor de La ciencia del lenguaje positivo presenta las conclusiones de El estudio de las monjas, ¡disfrutadla!
Y otra, del neurocientífico Uri Hasson que revela cómo nuestros cerebros muestran una actividad similar o se alinean, cuando escuchamos la misma idea o historia.